TECNOLOGÍA Cursos de verano de la UIMP
'En 2045 el hombre será inmortal'
José Luis Cordeiro, profesor en la Singularity Universirty de Silicon Valley, afirma que el progreso tecnológico perimitirá acabar con el envejecimiento
JOSÉ ANDRÉS GÓMEZ > Santander
Actualizado: 22/07/2014 16:27 horas
"Y al día siguiente no murió nadie". Así comienza José Saramago Las intermitencias de la muerte, una novela en la que un 1 de enero de no se sabe bien qué año los humanos dejaron de morir, planteando un problema de tremenda magnitud para la sociedad y un desafío demográfico difícil de imaginar.
Pues bien, ese momento que un día vislumbró Saramago ya tiene fecha: "En 2045, el hombre será inmortal". Así lo afirma José Luis Cordeiro, profesor y asesor de la Singularity University, una institución académica americana creada en 2009 por la NASA y financiada por Google, que ha participado en el encuentro 'Inteligencia artificial y porvenir de la especie humana' de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander. Ni el sida, ni el cáncer, ni el hambre. Nada. En poco más de 30 años, ninguna enfermedad podrá acabar con la especie humana porque, según asegura, "el envejecimiento es una enfermedad curable".
Para hacer semejantes afirmaciones, Cordeiro se basa en una corriente cada vez más extendida y de la que ya se hizo eco la revista Time: la llamada "singularidad tecnológica". Ésta apunta hacia el progreso tecnológico y la llegada de la inteligencia artificial como las herramientas que acabarán con la 'edad humana' y darán lugar a la 'edad posthumana'. Un hito hasta ahora inimaginable en un mundo en el que la brecha digital y las desigualdades sociales siguen siendo una evidencia en los distintos países que pueblan el planeta y en el que aún hoy existe un acceso desigual a la sanidad o la tecnología.
Cordeiro viene a confirmar lo que ya había dicho Ray Kurzweil, quien vaticinó en distintas ocasiones que en un momento en la historia de la humanidad las máquinas llegarán a tomar conciencia. Según el director de ingeniería de Google y fundador de la Singularity University, en 2029 tendremos artefactos del tamaño de un ordenador, capaces de sobrepasar el nivel de inteligencia de un ser humano; y en 2045, algún tipo de software será capaz de asumir la inteligencia combinada de todos los hombres y la complejidad de los procesos del pensamiento. En ese momento, un software podría llegar a sobrepasar la sofisticación del cerebro humano y a provocar "la muerte de la muerte".
"Entre el año 2029 y el 2045, vamos a tener computadoras con más transistores que neuronas tiene nuestro cerebro. Y ese será el inicio de la singularidad tecnológica, cuando la inteligencia artificial alcance a la inteligencia humana", afirma en esa línea el profesor Cordeiro.
Pero este investigador venezolano va aún más allá. Prevé que, en los próximos 10 años, por 10 dólares cualquier hombre podría llegar a acceder a la secuenciación de su genoma, conocer qué relación guardan enfermedades como el cáncer o el Alzheimer con sus genes y llegar a prevenirlas. Ello, garantiza, permitiría a los humanos en un futuro próximo "diseñar" a nuestros descendientes a nuestro gusto y evitar según qué trastornos.
Hace 50 años, el escritor británico de ciencia fricción Arthur C. Clarke formuló tres leyes relacionadas con el avance científico. La primera de ellas decía que si un científico afirma que algo es posible, seguramente esté en lo correcto; pero si dice que es imposible, probablemente esté equivocado. La segunda insistía en que la única forma de descubrir los límites de lo posible era aproximarse hacia lo imposible. Y la tercera, que toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Era ciencia ficción, pero en ellas se apoya la singularidad tecnológica para aventurarse a realizar semejantes previsiones futuras de una realidad distópica.
"Hace 30 años no había ordenadores personales. Hace 20 años comenzaban a aparecer los primeros móviles. Hace 10 años Google era una pequeña start-up y hoy es una de las compañías más ricas del mundo y paga mi salario. ¿Qué va a pasar en los próximos 10, 20, 30 años? Cosas mágicas", asegura este investigador.
La veracidad de sus afirmaciones, insiste, se encuentra en los avances de la ciencia y la tecnología. En los logros alcanzados por la Methuselah Foundation, una institución que ha conseguido extender la vida saludable de los ratones hasta los cinco años en la última década, "el equivalente a 1.000 años humanos"; o en la demostración de que células como las germinales, las cancerígenas o las bacterias "no envejecen". Ello demostraría que "la vida nació para vivir y no para morir".
Sea como fuere, lo que sí es una evidencia es que la tecnología cambia de forma exponencial y el progreso de la inteligencia y del conocimiento es aparentemente imparable. ¿Dónde están los límites ? O, más bien, ¿existen esos límites? Aparentemente, no.
"El cerebro es la estructura más compleja del universo y, además, el único órgano que aún no se ha creado artificialmente. Sin embargo, los científicos están empezando a estudiar el cerebro de forma sistemática y vamos a tener una explosión de la inteligencia artificial", explica el profesor de la Singularity University. La 'Iniciativa Brain', un proyecto de investigación estadounidense para tratar de trazar un mapa de toda la actividad cerebral, la última gran frontera de la ciencia; o el 'Human Brain Project', un programa internacional que intenta facilitar a los investigadores una herramienta que ayude a entender el cerebro humano, además de simular informáticamente su funcionamiento, hacen prever a este investigador que "en los próximos años los humanos se fusionarán con los robots". Éstos, como en 'El hombre bicentenario', llegarán incluso a tener sentimientos.
En 2007, los gobiernos de Corea y Japón ya mostraban su preocupación por un futuro lleno de robots y emprendían distintas medidas con el fin de tratar de regular su conducta. De hecho, el título de esta iniciativa legislativa era 'Borrador de guía para asegurar la sana conducta de la próxima generación de robots'. Ambos países consideraban insuficientes las leyes que ya formulase Isaac Asimov: un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inactividad, permitir que un ser humano sufra daño; un robot debe obedecer las órdenes de los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley; un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.
Podría decirse que todo lo anterior es pura especulación. Tal vez un tremendo disparate. Pero José Luis Cordeiro y la Singularity University, una de las instituciones de mayor prestigio y especialización en la investigación y formación sobre nuevas tecnologías y su aplicación en los sectores más estratégicos y decisivos sobre el crecimiento económico y el bienestar social de la población, creen que no.
"En los próximos 30 años vamos a curar todas las enfermedades y ustedes son parte de la primera generación inmortal humana", insiste. Y es que, como dijo el filósofo y dibujante inglés William Blake, "todo lo que hoy vemos, fue un día imaginación; todo lo que hoy imaginamos, podrá ser realidad mañana". O como dijo Mafalda, "el futuro ya no es lo que era antes".
http://www.elmundo.es/ciencia/2014/07/22/53ce5a8cca4741f5328b457f.html
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